Una vez calculada la huella de carbono, el siguiente paso debe ser reducir o compensar las emisiones generadas. El objetivo general para hacer frente al cambio climático debe ser reducir la huella de carbono total. Esto se consigue transformando radicalmente el modelo económico y la cadena de valor de la empresa. Para lograrlo, hay que centrarse en la reducción de las emisiones generadas por los procesos de compra, la distribución, la gestión del agua y los residuos, la energía utilizada y, sobre todo, las emisiones relacionadas con el proceso de producción, es decir, reducir las emisiones por producto o por unidad de ingresos.
Incluso cuando se llevan a cabo todas estas actividades de reducción, es difícil conseguir ser neutro en carbono. Así, es posible compensar la huella de carbono que aún no se ha reducido.
La compensación de la huella de carbono se consigue apoyando proyectos que absorben una cantidad equivalente a las toneladas de CO2 generadas por las actividades de la empresa. Estos proyectos pueden ser los siguientes: ahorro energético, sustitución de combustibles fósiles por energías renovables, tratamiento de residuos, conservación de zonas amenazadas por la deforestación o creación de sumideros de carbono mediante la reforestación. Estos proyectos también aportan otros beneficios, mejorando el bienestar de las zonas donde se llevan a cabo mediante la generación de empleo y la mejora de los servicios.
La compensación de la huella de carbono es un mecanismo rentable y eficaz. Como tal, desempeña un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático, pero tiene que ir de la mano de los esfuerzos de reducción para alcanzar objetivos que proporcionen una solución a largo plazo a la crisis medioambiental.
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